La Plaza de Armas se encuentra al final de la entrada del canal de la bahía. Su perímetro está limitado por las calles actuales de Tacón, Obispo, Baratillo y O'Reilly. Este sitio fue famoso desde la fundación formal de la villa de San Cristobal de La Habana en 1519, a pesar de que la plaza se delineara muchos años más tarde. La ceremonia de fundación se realiza al pie de una ceiba en uno de los costados de este espacio abierto que sería después la Plaza de Armas.
Para el año 1558, la joven ciudad habanera y su próspero Puerto de Carenas eran víctimas de ataques de corsarios por lo cual se decide fortificar la ciudad, comenzando con el Castillo de La Real Fuerza en 1558 en los terrenos que ocupaba la plaza original. Con el desarrollo de este fuerte, en 1559 el Cabildo toma providencias para una nueva plaza adjacente al sitio de la vieja. Se sugiere dar dimensiones a la plaza y delinearla por solares de 60 por 100 pies por sus cuatro lados. Dicho plan se ve afectado por la amenazas de nuevos ataques de corsarios en 1586 y se decide no seguir con las edificaciones, siendo demolidas algunas de las que ya estaban en proceso de contrucción. La plaza, en este entonces sin pavimentar, queda limitada por el Castillo de la Fuerza al norte, por una manzana de casitas que la separan de la bahía al este, por viviendas y propiedades de gente más adineradas hacia el sur y por la Iglesia Parroquial Mayor al oeste, la cual llega a alojar en sus terrenos al primer hospital de la villa.
Durante el siglo XVIII, la plaza es objeto de varias intervenciones patrocinadas y planificadas por los acaudalados residentes de la villa y llevadas a cabo por los ingenieros de la ciudad. En 1753, de derriba la ceiba en la plaza y se sustituye por por un pilar conmemorativo. En 1770, se inician los planos y después la contrucción de la Casa de Correos, conocida después como el Palacio del Segundo Cabo, en el costado norte de la plaza, junto al foso del Castillo de la Fuerza. En 1777, se comienza la construcción de la Casa de Gobierno o Palacio de Los Capitanes Generales, en el terreno que ocupaba la Parroquial Mayor. Estas dos últimas obras culminan en el 1791. En 1828, se inaugura el Templete junto al pilar erigido años antes con una misa oficiada por el obispo y en presencia del capitán general y residentes importantes de la ciudad. Posteriormente, se adorna el centro de la plaza con una estatua de Fernando VII.
Un siglo más tarde, en 1928, el arquitecto Evelio Govantes restaura El Templete con su pilar y elimina la capa de cal y pintura que los cubría, dejando la piedra al descubierto. El mismo proceso se aplica en el 1930 al Palacio de los Capitanes Generales y al Palacio de Segundo Cabo. En 1955, se retira la estatua de Fernando VII y se substituye por la de Carlos Manuel de Céspedes. Hoy en día, la Plaza de Armas se conserva tal cual, siendo sometida a través de los años a diversos procesos de restauración para combatir el paso del tiempo.
(Para ver más de la plaza y sus entornos, vea la galería de esta semana en Neo Club Press con mis fotografías.)
Referencias:
Bedoya Pereda, Francisco. (2008) . La Habana desaparecida . Ediciones Boloña, La Habana Vieja, Cuba
Weiss, Joaquín E. (1979) . La arquitectura colonial cubana . Editorial Letras Cubanas, Ciudad de la Habana, Cuba