He aquí lo que pienso. No es una crítica al proyecto. Es sólo algo que me encantaría que se tuviera en cuenta en un futuro antes de que las grandes torres de urbanistas e inversionistas desmesurados desbaraten mi Habana.
La Habana Vieja es un milagro arquitectónico, un trozo de ciudad que se a quedado parada en el tiempo. Y aclaro, que en ningún momento intento vanagloriar al sistema que la ha puesto al borde de la destrucción; pero debo decir que ese mismo sistema, cerrado al capital de grandes inversionistas, ha cuidado la composición antigua y homogenea de la Habana Vieja. Quizás es por eso que esta ciudad cautiva a los arquitectos, y todos quieren diseñar un edificio en la Habana. Por mi parte, pienso que esto se debe a dos motivos. Primero, La Habana está carente de arquitectura nueva, pues han sido muchos años de una industria de diseño practicamente inerte donde se cambió la estética por la función. Segundo, porque el arquitecto, en caso de que diseñe un edificio en la Habana Vieja, se encuentra con el reto de integrar y preservar a la antigua ciudad mientras se logra la nueva edificación.
Al proponer un nuevo edificio en la Habana Vieja, siempre existe la polémica de que se debe quitar, que se debe restaurar y hasta que punto se debe hacer una intervención moderna en un contexto tan sensible. Hace años llegué a una conclusión simple acerca de este tema. En la Habana Vieja existen dos tipos de edificios, los que aún conservan partes, estructura y fachadas suficientes para restaurarlos y aquellos que han colapsado por completo. Los edificios que tienen potencial para la restauración deben por todos los medios ser restaurados y así mantener lo que hasta ahora ha existido solamente por el impulso de supervivencia. Contrario a esto, las parcelas que pertecen a edificios derrumbados presentan una oportunidad fantástica para una intervención moderna. Si se diseña un edificio nuevo, este debe de ser acorde con su época, pues en otro caso este resultaría en una copia mala, de un estilo ya pasado y le quitaría autenticidad a los edificios restaurados. Ahora, esta intervención moderna debe de respetar a toda costa las alturas y la escala de la vieja ciudad, ya que al tratar de crear icónos nuevos pueden opacarse a los viejos. El edificio nuevo debe reflejar en una articulación moderna en base a los elementos clásicos del contexto, ya sea vitrales, arcadas, patios centrales, el uso de la piedra en las facadas coloniales o el uso del estuco y el yeso en las molduras del barroco cubano. En ningún momento exorto a una imitación de estos elementos, sino a su interpretación en un edificio nuevo que se integre a su entorno.